domingo, 22 de julio de 2007

Instrucciones para Procesar las Penas




Texto de Ana M. Fernández Vuono



Seleccione cuidadosamente una gran cantidad de penas, de considerable antigüedad, tamaño y peso.

Obsérvelas bien a fin de asegurarse que aún estén intactas, inalterables, pese al tiempo transcurrido.

Colóquelas sobre la mesada de la cocina, frente a usted, en forma de semicírculo.

Concéntrese y comience a llorar. Llore y llore sin parar durante el tiempo que sea necesario, hasta juntar un litro y medio de lágrimas en un recipiente.

Ponga las penas en remojo hasta que se ablanden bien. No se apresure. Hace falta tiempo para ablandar las penas.

Mientras tanto, prepare su procesadora interior.

Verifique las funciones de disolución, volatilización y atomización, los comandos de cambio y el botón de encendido y apagado. Recuerde que todo lo maneja usted.

Una vez introducidas las penas y las lágrimas en la procesadora interior, enciéndala, seleccione cualquiera de las tres funciones anteriormente mencionadas y observe. Continúe hasta que el contenido del recipiente haya desaparecido.

Usted decide cuándo detener el funcionamiento de su procesadora.

Cumplido el tiempo, accione el botón de apagado, acérquese a una ventana, permita que el sol le acaricie la cara y que su calidez le capture el alma, agradezca el hecho de estar vivo y elija concientemente no permitir que las penas nublen su cielo interior.

Y cuando un día la pena retorne, vívala con todo, porque también hay un tiempo para el dolor. Pero no olvide aquello que dijo alguien que conocía profundamente la vida y las leyes que la rigen: "Si lloras demasiado la muerte del sol, tus lágrimas te impedirán ver las estrellas".



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