miércoles, 21 de diciembre de 2011

Si no Oigo a mi Corazón

Comparto la letra de una canción de Pedro Aznar. Simplemente Maravillosa!!!





Ah, cuanto tiempo perdido en pensar
Que la vida se puede explicar
Con veneno intenté curación
¿por qué confié en mi razón?


Ya en un mar de palabras me ahogué
Y fue en vano quererlas creer
Pero al fin el castillo cayó
Y adentro sólo estoy yo


Vos ya sabías que todo es parcial
Que no hay mapa que enseñe a viajar
Que es el alma quien debe cantar
Que sólo un tonto se pone a correr
Cuando la lluvia le besa los pies


Sirve el tiempo su mismo licor
Que cada año acelera el temor
Que en mi copa se amargue el sabor
Si no oigo a mi corazón.



* * *

martes, 14 de junio de 2011

Quién soy?



Poema de Ana M. Fernández Vuono



Quién me habita interiormente

cuando ya no sé quién soy?

Quién me habita en el dolor?

Quién encuentra cuando busco?

Quién abre cuando yo cierro?

Quién mira cuando no veo?

Quién me habita en la impotencia?

Quién, en la desolación?

Quién soy cuando en nada creo?

Y cuando creo ... ¿quién soy?

Quién se detiene si avanzo?

Quién avanza si yo freno?

Quién sabe hacia dónde voy?


domingo, 22 de mayo de 2011

El Poder de las Palabras



El siguiente texto pertenece al libro “El Camino del Poder”, de Lena y José Stevens.
 

Las palabras y el lenguaje refinan el proceso de manifestación. Aunque las palabras no son imprescindibles para cambiar la realidad, nos ayudan mucho aclarando nuestro enfoque e intención. Las palabras tienen su propio poder, el poder de definir, clarificar y centrar el significado.
 

Según los chamanes, los seres humanos tienen este poder a su disposición diariamente, momento a momento, muchas veces sin llegar a darse cuenta. Cuando nos damos verdadera cuenta del poder de nuestras palabras para crear y precipitar los acontecimientos, no podemos volver a sentirnos víctimas de la vida ni usar los vocablos a la ligera.

Nuestra forma de usar las palabras y el lenguaje indica cuáles son nuestras creencias respecto al mundo, y nuestro sistema de creencias determina si somos cazadores o presas, creadores o víctimas, poderosos o débiles.

La comunicación es, en definitiva, luz impulsada por la intención que usa el vehículo del aliento y adquiere forma a través del sonido. Los chamanes dicen que la comunicación conlleva una gran responsabilidad porque, a través de ella, ejercemos un poderoso impacto en el mundo. A través del lenguaje determinas cómo será tu vida: satisfactoria o dolorosa, plena o decepcionante, llena de confianza o de suspicacia, inspirada por la integridad o impulsada por el miedo.

Como las palabras son tan poderosas – son, literalmente, herramientas de poder – la tradición chamánica sugiere ciertas directrices orientativas para usarlas adecuadamente:

 
Limita lo que dices y no hables por hablar. La charla ociosa disipa tu poder y te debilita. Llenar de charla espacios incómodos porque te sientes nervioso o ansioso conduce a terrenos peligrosos en términos chamánicos, como despreciar a otras personas o levantar murmuraciones sobre ellas. Además de dañar a los demás, esto genera una reacción recíproca que hará que una fuente desconocida te provoque un daño similar.

Di solamente lo que quieres decir. Es decir, cuando hables, sé conciente de lo que dices y asegúrate de que lo que dices coincide con lo que crees. El discurso impreciso tiende a producir resultados imprecisos. A la hora de decir algo de alguien, una buena norma de conducta es decir únicamente aquello que estás dispuesto a repetírselo a la persona a la cara.

Presta atención a lo que dices habitualmente y observa si es eso lo que quieres que ocurra o si lo dices con un tono de autocompasión. Por ejemplo, si dices “No puedo hacerlo”, pronto serás incapaz de hacerlo. Si dices “Siempre fracaso”, entonces fracasarás siempre. Por otra parte, si dices “He tenido algunas dificultades pero ahora estoy preparado para triunfar”, entonces conseguirás triunfar. Lo recomendable es reconocer el antiguo estado de cosas y a continuación ir más allá, afirmando lo que quieres que ocurra.

Presta atención a cómo hablas. El sonido y la intención son más importantes que las palabras y debes tomar conciencia de cómo hablas; negar el enfado o el desinterés cuando tu manera de hablar expresa otra cosa, limitará mucho el efecto de tus palabras.

El simple hecho de prestar atención al discurso, de usar términos precisos y de alinear las palabras con la intención resuelve la confusión, potencia la claridad y la eficiencia, y energetiza a todos los que participan en la comunicación.

Observar tu propia forma de comunicar y la de los demás puede revelar muchas intenciones ocultas. Comprobarás que muchas veces la gente utiliza las palabras deliberadamente para oscurecer, confundir y velar la verdad. Prestar atención al discurso y a los abusos que se hacen de él en el entorno es un ejercicio que vale su peso en oro.

sábado, 29 de enero de 2011

Poema de las Almas



Poema de Ana M. Fernández Vuono
Ilustración: "La Partida", de Susana Bonet



Cuando es imposible la unión de los cuerpos,
cuando es imposible expresar con palabras
aquello que grita el sentimiento...  despiertan las almas.


Se fusionan en el mundo de los sueños,
palpitando sutilmente enlazadas.
Se acarician y dialogan en silencio,
en una danza de luces delicadas.


Fuera del tiempo, del espacio y del dolor
las almas dan, de sí mismas, lo mejor.

Alli el amor se vuelve tan profundo
que ya no es necesario vivirlo en este mundo.

Allí no se conoce el abandono ni la duda.
Se vive en un eterno banquete de ternura.

El sentimiento cede el paso a la intuición
y, para amar, ya no hace falta el corazón.

viernes, 14 de enero de 2011

Poema del Amigo


 
Poema de Vinicius de Moraes
Ilustración: "Ternura", de Carlos Santacruz


Se necesita un amigo.
No es necesario que sea hombre,
basta que sea humano,
basta que tenga sentimientos,
basta que tenga corazón.
Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.
Tiene que gustar de la poesía,
de la madrugada, de los pájaros, del sol,
de la luna, del canto, de los vientos
y de las canciones de la brisa.
Debe tener amor, un gran amor por alguien,
o sentir entonces, la falta de no tener ese amor.
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que
los peregrinos llevan consigo.
Debe guardar el secreto sin sacrificio.
Debe hablar siempre de frente y
no traicionar con mentiras o deslealtades.
No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
No es necesario que sea de primera mano,
ni es imprescindible que sea de segunda mano.
Puede haber sido engañado,
pues todos los amigos son engañados.
No es necesario que sea puro,
ni que sea totalmente impuro,
pero no debe ser vulgar.
Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,
y en caso de no ser así,
debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas,
su principal objetivo debe ser el del amigo.
Debe sentir pena por las personas tristes
y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Se busca un amigo para gustar
de los mismos gustos,
que se conmueva cuando es tratado de amigo.
Que sepa conversar de cosas simples,
de lloviznas y de grandes lluvias y
de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer,
para contar lo que se vio de bello y
de triste durante el día, de los anhelos
y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.
Debe gustar de las calles desiertas,
de los charcos de agua y los caminos mojados,
del borde de la calle, del bosque después de la lluvia, de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,
no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.
Se necesita un amigo para dejar de llorar.
Para no vivir de cara al pasado,
en busca de memorias perdidas.
Que nos palmee los hombros,
sonriendo o llorando,
pero que nos llame amigo,
para tener la conciencia de que aún estamos vivos.