Texto de Ana M. Fernández Vuono
Cuando seas grande …
Sabrás que nada es bueno o malo, excepto tu intención.
Percibirás que no existe ni el espacio de adentro ni el espacio de afuera.
Comprenderás que lo sutil es la verdadera sustancia de todo lo concreto.
Revalorizarás el dolor, sin sobredimensionarlo ni convertirlo en tu estilo de vida a través del sufrimiento.
Aceptarás que hay muchas maneras de mirar la realidad y, cada vez, elegirás la que sintonice mejor con tu naturaleza interior. Eso es ser fiel a ti misma.
Observarás que te vuelves más controladora cuando enfrentas el miedo a la pérdida.
Viajarás por todo el mundo pero jamás serás turista en ninguna parte.
Olvidarás, soltando, y entonces ya no será necesario perdonar.
Podrás morir y renacer con flexibilidad, confiando en tu capacidad de crear.
Sabrás cuándo responder con palabras y cuándo con silencios.
Recordarás que, para sentirte conectada con la vida, necesitas cultivar la disposición a celebrar.
Llegarás a desarrollar la capacidad de comprender, sabiendo que no significa validar ni justificar.
Te será más fácil desprenderte de tu historia y de todas las anécdotas a las que permaneces aferrada.
Hallarás los recursos internos para declararte definitivamente sorda a toda voz que no sea la de tu intuición y ciega a toda visión que no sea la de tu alma.
Descubrirás que los opuestos se integran en ese punto intangible en donde ambos extremos son los elegidos.
Tendrás bien en claro que tus huellas preceden a tus pasos, conformando tu destino.